APADRINANDO PALABRAS: PERMANENCIAS

Esta palabra, en peligro de extinción, ha sido apadrinada por el maestro Miguel Gijón, y éste es su microrrelato.
Permanencias: clases particulares.
Pedro en las permanencias
Cuando el maestro acaba la explicación y mientras resuenan todavía sus palabras, el cuadro de la Inmaculada Concepción que preside el aula sale volando a toda velocidad por la estancia. Su vuelo raso obliga a los presentes a poner el cuerpo a tierra. El puro del maestro había formado una nubecilla de humo cerca del techo. La nubecilla de humo se retuerce de dolor cuando el rectángulo volante la atraviesa. La araña gigante que utilizaba el cuadro de escondite emprende una rápida carrera y se enfrenta al maestro. Nadie se atreve a moverse. Pedro, tumbado boca abajo en el suelo, piensa: -¡Qué bien hoy ya no tenemos permanencias!
Como ya sabéis, nuestro compromiso consiste en trabajar con cada una de las palabras que sean apadrinadas y utilizarlas para escribir un texto creativo.
No olvidéis consultar el apartado de rúbricas.
¡Ánimo!
7 comentarios
María del pilar García Muñoz 6ºB -
Entonces los niños empezaron a escribir. Cuando terminaron todo se lo dieron al maestro.
Pero el maestro era muy gruñón y enfadado dijo
- ¡Estos cuentos están fatal!
Los maestros tan enfadados se reunieron otra vez y decían que los niños no sabían escribir cuentos .
Los niños llegaron al colegio cansados, sabiendo que el maestro les iba a regañar por no hacer bien los cuentos. Todos los alumnos llegaron al aula y el maestro le echó una regañina bien grande porque no sabían hacer cuentos.
Entonces los alumnos escucharon atentamente lo que decía el maestro, los alumnos lo iban apuntando todo para escribir un cuento maravilloso y fantástico. Ellos se aplicaron mucho en el cuento .Todos los alumnos estregaron los cuentos que habían hecho. Y entonces el maestro se quedó impresionado de los cuentos. El maestro miró un cuento y le gustó muchísimo. El cuento tenía la palabra antigua que era permanencia. Cuando era el día del colegio los niños saltaron de alegría porque creían que los cuentos los habían hechoestupendos.
El maestro dijo:
-¡Muy bien alumnos!
Y los niños se pusieron muy felices. Todos los maestro se reunieron y pusieron la palabra permanencia a las clases particulares. Y todos se pusieron muy felices porque tenia clases particulares llamadas permanencia. Se hicieron famosos por la palabra antigua y renovaron el colegio con esos dineros. Y los niños iban cada vez mejor en lengua.
Noelia Cazalla 6B -
Su madre ya estaba harta de él. Nunca hacía los ejercicios y no sacaba ni un uno. Sus padres pensaron y le buscaron permanencias para que se esforzara y aprendiera.
- ¡No, no quiero permanencias! No me hace falta. Decía replicando Fabián.
- Claro que sí Fabián, porque puede suceder si no o lo haces el día de mañana no vas a tener un trabajo en condiciones.
- Pfffffffff... que rollo más grande tener permanencias.
- ¡Pues eso es lo que hay! Dijeron muy dispuestos sus padres.
Un día vino el maestro y comenzó con las permanencias.
El maestro le iba contando cosas muy chulas y a Fabián cada vez le iba gustando más.
Pasado un mes no podía estar sin permanencias y desde entonces fue sacando dieces y dieces.
Cuando llegó a la adolescencia empezó a salir con los amigos... y dejó los estudios.
Su madre le advertía y le regañaba, pero nada, seguía haciendo el tonto.
Pasado unos cuantos años estaba trabajando de camionero.
- Si hubiera seguido con mis permanencias...
Miguel José Martos Ortega -
- Con razón no había ayer nadie en la calle.
Cuando entró en el aula, había un silencio tremendo, aquello parecía la peli de El silencio de los corderos. Luis estaba en medio del examen cuando una chica lo llamó para ayudarle con la clase de inglés.
La chica era de pelo rubio y bastante alta, llevaba unos pantalones vaqueros y una camisa de rayas azules. Cuando Luis la vio le dijo que le encantaba el inglés (aunque no le gustaba ni la palabra).
Desde ese momento, cada vez que había un examen, aparecía aquella chica para dar clase.
¡Las permanencias molan!
Antonio Gálvez Gálvez -
-Para dividir hay que emplear las tablas de multiplicar...
Y yo pensaba:
-Cuando llegue a casa jugaré al fútbol, dormiré, me rascaré la nariz...
Pero el maestro vio que no atendía y entonces me pegó cuatro paletazos en la mano con la regla de madera y se me quedó la mano como un tomate.
- Ernesto- me murmuraba en voz baja Juan, otro niño que también estaba allí- ¿Me prestas el sacapuntas?
-Sí-le contesté-.
Entonces el maestro me volvió a ver y me castigó haciendo copiar cien veces en la pizarra:
No volveré a cotillear en clase con mis amigos.
No volveré a cotillear en clase con mis amigos...
Cuando lo escribí apenas ya quedaba tiza, así que el maestro me mandó a por unas. Cuando regresé no había nadie y pensé que habían terminado las permanencias y me puse a saltar y a gritar de alegría. De repente sentía aire del suelo y no sentía el suelo. Miré hacia abajo y ví un agujero negro ¡y yo estaba dentro! ¡Estaba cayendo y no paraba de caer! ¡No había fondo! ¡Creí que nunca volvería! Hasta que oía unas voces que me llamaban:
- Ernesto, Ernesto, ¡Ernesto!
-¡Aaaaaah!
Estaba en la clase y el maestro me estaba regañando. Nunca me sentí tan feliz de que existiesen las permanencias.
María José Aguilera 6ºB -
Gracias que no eran estos tiempos.
Luis Miguel Fernández Martínez -
¿Qué hay para comer mamá?.
Dijo la madre de Jaime:
De comer hay sopa.
Terminaron de comer. Jaime se sentó en el sofá y se puso a jugar con la Nintendo. Al cabo de una hora y media dijo la madre de Jaime gritando:
¡Vamos, que tienes que ir a clases de permanencias!
Muy fatigado, Jaime se fue a clases de permanencias. Las clase duró una hora. Terminaron las clases. Luego se fue a su casa pensativo. Entró en su casa y dijo la madre de Jaime:
¿Cómo te ha ido el primer día de permanencias?
Dijo Jaime:
Bueno, bien, regular... ahí, ahí.
Llegó el día siguiente, Jaime fue a la escuela, casi todos los maestros le
felicitaron y luego cuando fue por la tarde a las clases de permanencias la maestra también le felicitó y dijo Jaime pensando:
- Qué buen día he tenido hoy porque me han felicitado casi todos los maestros.
Almudena Barranco Fernández - 6º A -
La puerta empieza a crujir y el pomo a dar vueltas y más vueltas. El pomo se precipita hacia el suelo y la puerta se abre. ¡Qué horror! Ha aparecido el maestro y grita:
- ¡Niños!
Tiene la cara blanca y morada. En sus ojos se refleja lo que siente: poder sobre nosotros.
Empieza a flotar sobre el aire y a desprender un olor irrespirable, nada habitual en él. Se acerca hacia mí, llaman a la puerta y me suelta. Seguidamente toca la sirena de la escuela. ¡Buf! Salvada por la campana.