VIAJE A LA PREHISTORIA
Vamos a imaginar que tenemos la posibilidad de viajar al pasado. Cada uno podrá elegir una etapa prehistórica (paleolítico, neolítico o edad de los metales) como destino de su aventura. Nuestra propuesta consiste, como muchos ya habréis imaginado, en narrar en primera persona vuestro viaje. Antes de empezar a narrar, deberéis investigar acerca de las características de la época elegida para que vuestro trabajo sea riguroso.
No olvidéis rubricar la narración antes de presentarla. Consultad el apartado de RÚBRICAS GENERALES, situado en el menú ENLACES de la derecha.
16 comentarios
alex bryan -
joan -
celia -
un beso!
irene laia mireia -
somos estudiantes de 12 años.
ALGUIEN NOS PUEDE DECIR COMO IBAN VESTIDOS LOS PREHITORICOS???
PORFAVOR REPSONDER LO NECESITAMOS!!!XD
isabel -
Ana Gijón Millán 5ºB -
Jorge Ordoñez 5ºB -
El segundo me enseñaron los monumentos y la cerámica, los cereales los molían con 2 piedras una con forma de plato y otra con forma redonda o de otra forma.
El tercer día vi como cazaban, pescaban y recolectaban. Las armas para cazar y pescar eran hachas y lanzas. Los frutos los recolectaban muy bien, como si fueran profesionales.
El cuarto día paseaba por allí y un hombre me enseñó el comercio. Cada persona tenía su comida pero si alguien tenía muchos tomates o algo lo cambiaba por otra comida, eso se llamaba trueque.
El quinto día fui a ver los metales. Los más utilizados eran el oro, la plata, el bronce, el cobre y el hierro. Los vasos, los platos... lo tenían hecho de metal. El sexto día fui a ver el arado que era para hacer surcos más profundos en la tierra, y así mejoró la agricultura.
El sexto día me enseñaron los dibujos pintados en las cuevas. Representaban lo que ellos hacían. La pared era como su diario. Y ya me vine de nuevo a mi país.
María Fernández 5ºB -
Mi opinión es que ha sido un viaje fantástico
Noelia Cazalla 5ºB -
Cuando viajé al pasado, a la prehistoria, me encontré con muchas cosas de los prehistóricos.
Se veía cómo hacían las cabañas, pueblos.
A mí no me conocían y me pidieron que intercambiara la comida que tenía por frutos.
Yo no entendía nada de lo que querían hacer.
Veía como hacían platos, cubiertos... de barro.
Había muchas propiedades privadas y por las noches los hombres empezaron a robar alimentos.
Al visitar todo aquello había muchos ejércitos peleando por la comida.
Antes había cuevas para dormir pero en esta época solo había chozas de paja. Cuando me llevé la tienda de campaña para dormir me miraban y me decían que era la reina de la prehistoria, porque tenía de todo.
Fue muy chulo visitar la prehistoria, y me encantó lo que hacían, menos lo de avariciar las cosas de los demás y querer tener cada vez más y más.
Almudena Barranco Fernández -
La he construido mientras mi madre veía una telenovela y mi padre se enganchaba a un libro. Con algunos trastos viejos que había en mi guarida y el ordenador portátil de mi hermana Begoña. Podría pintarla pero eso puede esperar.
Ahora estoy en la máquina escribiendo '' viajar '' en el ordenador.
¡Que guay! Estoy viendo formas de colores, objetos flexibles y... hemos llegado.
Estoy en la edad del Paleolítico. ¿Pero qué es eso ? ¡Claro! Estoy en una cueva y esto es una pintura. Al salir hace mucho calor. Están los hombres cazando, pero sus armas no les son útiles.
¿Os enseño a construir mejores armas?
No- me contestaron.
Yo insistí, pero ellos se negaron. Sólo me dijeron:
Ven con nosotros. Tú vas a ser la amiga de nuestra niña. Ella quiere tener una amiga y tú lo serás.
La niña se llamaba Nola. Era muy simpática y nos hicimos muy amigas.
Luego llegó la noche y todos se durmieron. Yo no cogía el sueño. Hacía mucho frío. Estaba pensando si dominarían ya el fuego.
A la mañana siguiente les pregunté:
¿Sabéis lo que es el fuego?
No -me contestaron.
¿Queréis que os enseñe a hacer fuego?
No -se negaron.
Sufrieron muchas noches por el frío.
Una mañana llegó un hombre de la Edad Contemporánea.
¿Está Almudena aquí? -me dijo.
Soy yo, señor. -Le contesté.
Nos vamos.
El hombre era mi tío. Ante mi tío, ninguno se negó a que les enseñara a hacer fuego. Les mostró cómo había que hacerlo y nosotros nos fuimos en la máquina del tiempo.
Yo le dije a mi tío:
Oye, tito, esto que quede entre nosotros.
Vale, me contestó.
Antonio Gálvez Gálvez 5ºA -
Noelia Gálvez 5ºB -
Poco a poco el segundo día vi como unas aldeas con unos fuertes hombres que guardaban las casas para los ladrones. Los otros días me invitaron a dormir en una choza y trabajé allí durante una semana y cuando llegó el domingo eché de menos a mi familia y al anochecer dije el deseo al revés para estar con la gente que yo más quiero y volví. Pero tú eres la primera persona que sabe este secreto. Guardame el secreto por favor.
Mari Carmen García Bruno 5B -
-¿Eso qué es?
y ya me dí cuenta de lo que era. El Sábado ellos aprendieron a trabajar los metales que eran muy difíciles. Y al otro día me vine y me regalaron un trozo de bronce. Llegué muy satisfecha me atendieron muy bien y me lo enseñaron todo.
Miguel José Martos Ortega 5ª A -
Hola me llamo Miguel José y os voy a contar una historia muy divertida que me paso a mí.
Un día, yo estaba en mi casa, porque en la calle hacía demasiado calor. En ese momento se me ocurrió hacer una máquina de helados: servía para hacer helados de todos los sabores. Cuando la acabé, lo celebré con un zumo de naranja y en ese mismo instante la botella del zumo se derramó encima de la máquina de helados y empezaron a saltar chispas
de la máquina. Cuando llevaba media hora echando chispas, me cansé y le dí con un martillo hasta cansarme.
Cuando dejó de echar chispas la máquina, me monté y apreté todos los botones al azar; en ese momento, la máquina empezó a brillar y también a flotar y cuando me dí cuenta estaba tumbado en la hierba de algún lugar.
Cuando empecé a levantarme, me dí cuenta de que estaba en la edad de los metales, y había un problema más gordo y era que la máquina del tiempo había desaparecido. Vi a un hombre que parecía un plebeyo y le pregunté:
-¿Ha visto usted un cacharro gigante?
Y el hombre me contesto:
-No, pregunte a aquel vendedor de aquella esquina, el lo sabe todo.
Le hice caso y pregunté al vendedor y me dijo que las cosas grandes y costosas solo las tenia un guerrero llamado Tritón.
Así que fui a casa de Tritón a pedirle mi máquina del tiempo, me dijo que me la daba si encontraba la daga de oro que se le había perdido.
No iba a ser tarea fácil, puesto que una daga de oro esa muy cara.
En ese momento se me ocurrió una idea: lo único que debía hacer era comprar una daga de hierro y usar el espray dorado que llevaba en el bolsillo.
Cuando lo hice todo, fui a ver a Tritón y le dí la daga.
No tardó mucho tiempo en darse cuenta de que era falsa y vino detrás mía, vi un carro, así que me monté y corrí como alma que lleva el diablo.
Tuve que pasar por una mina y una fábrica de monedas para despistarle.
Cuando usé mi máquina y volví a casa me dí cuenta de que en mi asiento había una daga y había un nombre grabado: Tritón.
Nacho Torralbo Martínez 5ºA -
Un día estaba aburrido y no sabía qué hacer, así que, como siempre, me fui al sótano porque allí había cantidad de trastos viejos y recuerdos de cuando era pequeño. Cuando me aburría solía ir allí a ver cosas como libros del colegio de cuando era pequeño o álbumes de fotos, pero esta vez se me ocurrió que podía construir algo como una máquina del tiempo. No es que fuera un contenedor de basura el sótano pero había muchas cosas que no se utilizaban. Cuando se me pasó por la cabeza la idea de construir una máquina del tiempo, pensé que iba a ser muy difícil, pero mirando todas las cosas que había allí fue muy fácil. No sabía por dónde empezar y me imaginé a un albañil construyendo una casa. Primero necesitaba los materiales y después empezaría a poner ladrillos, unos encima de otros, para hacer la pared. Pues yo ya tenía los materiales y pensé que la pared la podría hacer con madera pero como yo no sabía trabajar la madera le pedí a mi abuelo Atanasio, que es carpintero, que hiciera el techo y las paredes de un coche para que no se enterara de que iba a hacer una máquina del tiempo. Los mandos fueron un mando de mi vieja videoconsola y un teclado de ordenador. El motor, que es la parte más importante, fue el de la vieja moto de mi padre, que tenía 14 años cuando se quedo allí abandonada en el sótano, porque estaba tan vieja que ni siquiera conseguía arrancar ni tirándola por una cuesta. Después de mucho trabajo, la máquina del tiempo quedó completamente construida. Ahora el problema es que no sabía adónde viajar. Al cabo de un rato oí a mi madre que se dirigía al sótano y sin saber adónde iba, yo me fui de allí con la máquina del tiempo, porque no quería que mi madre supiera que la había construido. Viajé 200 años adelante en el tiempo y, de repente, aparecí en el espacio entre los planetas Marte y Venus, justo en el sitio donde debería estar la Tierra. Podría haber sucedido el problema que tanto comentan los telediarios: el cambio climático. No me gustó aquello, entonces vi muchas naves espaciales que se dirigían a Marte repletas de personas y las seguí. Pude observar que había plantas, remolinos que recogen energía eólica y personas que viven en Marte sin necesidad de un traje espacial. Aquello me pareció increíble aunque la tecnología del año 2207 habría evolucionado mucho.
Más tarde me apeteció viajar al pasado, a la época del paleolítico, así que puse el contador de años de la máquina del tiempo en el año -500.000. Mientras viajaba, me estaba bebiendo un vaso de agua y ya se estaba terminando el trayecto, pero la máquina aterrizó demasiado fuerte y se me cayó el vaso de agua en el teclado que había usado como mando.
Quité el vaso de agua del teclado, pero el teclado no funcionaba. Sin el teclado no podía volver al presente y, para empezar, busqué a alguien que me ayudara pero no encontré a nadie. Me acerqué a una cueva y vi a una tribu calentándose en una hoguera y haciéndose ropa con la piel de los animales. Al parecer, hablaban mi idioma y no parecía que fueran malos. Se podía respirar un aire limpio y sin contaminación. En un bosque cercano se oían gritos y eran unos hombres que habían cazado un mamut. Me acerqué a la tribu que había en la cueva.
¡Ehh... Hola!
Estaban comiendo carne y dejaron de comer en cuanto me vieron.
¿Quién eres?, llevas una ropa fantástica ¿Quién te la ha hecho?
Es un poco difícil de explicar.
Cuéntanos como has llegado hasta aquí.
Pero no lo entenderéis.
Usa cualquier palabra científica que te entenderemos.
Pues hice una máquina del tiempo y viajé al pasado pero se me derramó un vaso de agua encima del teclado de mi viejo ordenador y ahora no puedo volver al presente. -dije en resumen.
¿Máquina del tiempo? ¿Vaso? ¿Ordenador? ¿Teclado? ¿Qué significan todas esas palabras?
Todas las palabras nombran inventos que vosotros no conoceréis hasta que no pasen 502.007 años. Vaya, ¡Pinturas prehistóricas! -Dije.
Las he pintado yo -dijo un niño.
Pues tus pinturas tienen muchísimo valor. Bueno a lo que venía ¿Me ayudáis?
¿A qué?
Vosotros venid y ya veréis.
Les guié a la máquina del tiempo para ver si se les ocurría alguna solución.
Madre mía, ¿Que es este cacharro? -dijeron asombrados.
Es una máquina del tiempo. Sirve para viajar a otros años.
Eso es más que imposible.
¡Las tecnologías del 2.007 son muy avanzadas y permiten hacer de todo! Tengo que conseguir otros botones parecidos a estos ¿Con qué los podemos hacer? -Dije enseñándoles a la tribu el teclado.
¿Qué son esas cosas que hay dibujadas encima de los botones?
No hace falta que lo sepáis, si no os adelantaríais mucho en el tiempo.
Podemos tallar piedras con forma de botones.
Bueno... sí, venga, tallad piedras que yo no sé.
Después de tallar las piedras, yo cogí una piedra afilada y dibujé las letras y los números y las coloqué en el teclado tirando al suelo los verdaderos botones del teclado.
Muchas gracias amigos, ahora me voy al presente.
Adiós -se despidió la tribu.
Yo volví a mi casa y vi en la televisión que habían encontrado unas piezas de ordenador que al parecer eran del paleolítico.
¿Cómo puede ser que hayan encontrado los botones de un teclado de la prehistoria? -se preguntó mi madre.
Oh, vaya. Pues no sé.
Francisco Medina Ortega -