¿Puede un dedo dialogar con su compañero? ¿Puede una farola conversar con los abuelos del parque? Todo es posible si sabemos utilizar una de nuestras más poderosas capacidades: la imaginación.
El hombre tenia un problema y no tenia con quién hablarlo. Un día vio a su sombra tan aburrida como él y le dijo: -¿Qué te pasa? Y la sombra le contestó: ¡Es que no haces nada divertido y por eso estoy tan aburrida como tu! El hombre pensó que llevaba razón y se le ocurrió irse a la bolera con sus amigos. Se divirtieron mucho y la sombra fue muy feliz. Desde ese día, todos los fines de semana se divirtieron juntos. Cuando eran abuelitos mientras echaban partidillas de cartas se decían uno a otra: ¡Qué viejos tiempos! ¡Siiiiiiiiii, jugando a los bolos! ¡Sí, si, siiiiiiiiiiiii!
Antonio Gálvez Gálvez -
Un día, después de jugar al "medio" me dijo mi sombra: - ¡Ya no quiero ser tu sombra! - ¿Por qué? - ¡Porque has cogido la manía de jugar siempre a ese juego. - Pero si está bien hacer ejercicio cada día... - Ya, pero yo me canso... - ¡Te aguantas! Y después de la clase, estaba otra vez a mi lado y le dije: - ¿Pero no decías que no te gustaba el juego? - Ya, pero es que estoy clavada a ti. - Un día, en la escuela, mi sombra desapareció. La busqué por todas partes y al encontrarla le dije: - Perdóname, no te volveré a decir nada malo. - Vale.
Ignacio Torralbo Martínez -
- ¡Hola! Hace mucho tiempo que no tew veo porque siempre estoy en la sombra. - Pero en cuanto menos te lo esperas, aparezco porque somos inseparables. - Pero si me voy a la sombra te haces invisible. - Es que me gusta mucho jugar al escondite, me escondo cuando no hay luz porque así no me ves. - Pues me voy en bici y tú tendrás que ir corriendo. - No, porque iré montado en la sombra de tu bici y ni siquiera me cansaré. - Tengo ganas de hacer pis. - ¡Eh, no me eches el pis! - No puedo hacer nada si estás delante mía.
3 comentarios
Noelia Galvez -
-¿Qué te pasa?
Y la sombra le contestó:
¡Es que no haces nada divertido y por eso estoy tan aburrida como tu!
El hombre pensó que llevaba razón y se le ocurrió irse a la bolera con sus amigos. Se divirtieron mucho y la sombra fue muy feliz. Desde ese día, todos los fines de semana se divirtieron juntos.
Cuando eran abuelitos mientras echaban partidillas de cartas se decían uno a otra:
¡Qué viejos tiempos!
¡Siiiiiiiiii, jugando a los bolos!
¡Sí, si, siiiiiiiiiiiii!
Antonio Gálvez Gálvez -
- ¡Ya no quiero ser tu sombra!
- ¿Por qué?
- ¡Porque has cogido la manía de jugar siempre a ese juego.
- Pero si está bien hacer ejercicio cada día...
- Ya, pero yo me canso...
- ¡Te aguantas!
Y después de la clase, estaba otra vez a mi lado y le dije:
- ¿Pero no decías que no te gustaba el juego?
- Ya, pero es que estoy clavada a ti.
- Un día, en la escuela, mi sombra desapareció. La busqué por todas partes y al encontrarla le dije:
- Perdóname, no te volveré a decir nada malo.
- Vale.
Ignacio Torralbo Martínez -
- Pero en cuanto menos te lo esperas, aparezco porque somos inseparables.
- Pero si me voy a la sombra te haces invisible.
- Es que me gusta mucho jugar al escondite, me escondo cuando no hay luz porque así no me ves.
- Pues me voy en bici y tú tendrás que ir corriendo.
- No, porque iré montado en la sombra de tu bici y ni siquiera me cansaré.
- Tengo ganas de hacer pis.
- ¡Eh, no me eches el pis!
- No puedo hacer nada si estás delante mía.